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miércoles, 15 de junio de 2011

LAS NECESIDADES SOCIALES DEL INDIVIDUO QUE ATAÑEN A LA EDUCACIÓN

UN ESPACIO,DONDE EL MAESTRO ES CONSTRUCTOR DE SU PROPIO APRENDIZAJE

segunda parte de la Msion de la escuela
LAS NECESIDADES SOCIALES DEL INDIVIDUO QUE ATAÑEN A LA EDUCACIÓN
            Al hablar sobre las necesidades sociales del individuo debemos tener mucho cuidado de no empantanarnos en discusiones estériles porque cada época y generación tienen sus necesidades y características propias de los tiempos modernos. La sociedad del siglo pasado no consideraba los ninis, los tecnólogos de la computación que en mucho nos son más que jóvenes no mayores de 18 años y que manifiestan diversas necesidades sociales.
            Dejando muy en claro que no es fácil definir necesidades sociales del individuo en esta sociedad del siglo XXI. Cabe mencionar que  el concepto admite su análisis desde diversas perspectivas. Como Personal de Centro de Maestros nos aventuraremos a tomar  una antes de construir la propia, sin pretender que sea ni la correcta ni la mejor, sino simplemente una contribución al debate.
            A partir de considerar las necesidades sociales tienen que ver con la convivencia con el otro y con otros, en casa, en la escuela, en la comunidad de los individuos. Para tener una convivencia sana, provechosa y constructiva, el ser humano requiere, entre otras cosas:
1. Comunicarse. Es evidente que la escuela está llamada a proporcionar esta competencia, y no es necesario enfatizar la importancia de la capacidad de leer, hablar correctamente y escribir, aunque es evidente que ello no agota la competencia de la comunicación. La expresión artística es una forma de comunicación que debe ser desarrollada también por la escuela.
2. Contar con elementos para entender al otro y a los otros. No podemos negar que la escuela también proporciona, y debe hacerlo cada vez mejor, la competencia que permita, entre otras cosas, ubicar al otro y a los otros en el tiempo y en el espacio.1 Significa que la escuela proporciona oportunidades para ser escuchado y para aprender a escuchar, así como para aprender a preguntar.
Pero también exige que la escuela proporcione elementos para entender y valorar la diversidad y para comprender que el respeto al otro es valor fundamental para toda convivencia, inclusive la conflictiva.
3. Enfrentar problemas y resolverlos de manera individual pero, preferentemente, en equipo. Es ya un lugar común decir que la escuela debe aportar elementos para resolver problemas de todo tipo: matemáticos, relativos a las ciencias naturales, relacionados con la propia convivencia, con procedimientos sistemáticos. Estos problemas, muchas veces, son de naturaleza multidisciplinaria y requieren del concurso de diversos tipos de conocimientos y habilidades para poderlos enfrentar. También sabemos que la mayoría de los problemas a los que nos enfrentamos en la vida real no se pueden resolver en forma individual, sino que requieren del concurso de grupos integrados por personas con habilidades y talentos complementarios. Por otra parte, trabajar en equipo es una habilidad respecto de la cual la escuela tiene probabilidades de actuar mejor que otras instituciones sociales porque trabaja con grupos de niños y con niños de diversas edades.

4. Desempeñarse de manera adecuada en un ambiente democrático, entendiendo la democracia, como reza el artículo tercero de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, no sólo como una forma de gobierno, sino sobre todo como una forma de vida. Esta necesidad social le exige a la escuela que brinde a los alumnos múltiples oportunidades para participar, para tomar iniciativas, para cuestionar reglamentos, para reflexionar sobre la convivencia, para tomar decisiones y vigilar que se cumplan, para interactuar respetuosamente, pero con exigencia, con las autoridades (comenzando por el docente). Nuevamente, la escuela es un sitio privilegiado para el desarrollo de las competencias implícitas en esta necesidad, pues constituye en sí misma una microsociedad que puede autoorganizarse como una verdadera democracia.
5. Valorarse a sí mismo. Ésta es quizá la condición para todo lo anterior. Sin este elemento, los anteriores pueden estar desarrollados y, sin embargo, no conducir a una convivencia provechosa. Esto significa que la escuela debe trabajar la autoestima de los alumnos, lo que a su vez significa fortalecer, nuevamente, el respeto como la base misma de la convivencia. También implica que el grupo de alumnos tiene que conocer sus orígenes, su medio específico, su historia; reconocer sus propios valores culturales y la manera cómo en su entorno se han venido resolviendo problemas. Valorarse a sí mismo significa valorar el origen y la cultura de donde se proviene, lo que requiere, para empezar, a tener la ocasión de conocerlos. Esto significa que la escuela debe ser fuente de descubrimiento y conducto de transmisión y fortalecimiento de la cultura del grupo con el que trabaja. También supone espacios curriculares adecuados para la introducción de
contenidos regionales.
            Ahora bien, todo lo anterior se ve fuertemente potenciado en la medida en que el sujeto logra desarrollar otras competencias básicas tales como la de buscar información, la de razonar, la de pensar científicamente, la de reflexionar sobre su aprendizaje y su pensamiento (metacognición, metapensamiento), la de seguir aprendiendo de la escuela y de la vida. Pero estas habilidades, por sí solas, no garantizan el aprendizaje para convivir (las competencias para satisfacer las necesidades sociales), ni las competencias sociales, por sí solas, aseguran el desarrollo de habilidades cognitivas fundamentales y superiores. Es función de la escuela no sólo desarrollar ambos conjuntos de habilidades y competencias, sino también —sin duda lo más difícil— ponerlas en relación.




http://www.zona-bajio.com/Necesidades_sociales.pdf

para saber màs: orientaciones geerales para la elaboracion del diagnostico y el diseño de un proyecto escolar. SEP. Mèxico, mayo 2004.

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